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Nuevos aportes

Octubre de 1995

Todos están expuesto cotidianamente a grandes choques emocionales.

El disparador puede ser cualquier integrante, en forma fija o rotativa.

En algún momento va a aparecer una palabra, un gesto, un hecho cuya respuesta adecuada no es posible y cada uno lo hace en su estilo: ataque, parálisis, escape, alianza con otro/s.

Conductas y reacciones gratificantes o displacenteras, son imprevisibles.

El diálogo no existe o es incoherente.

Se vive en clima de amenaza constante. Subyase el miedo a estas situaciones peligrosas que no se sabe cuando ni como se van a desatar ese día.

El circuito comienza en cualquier punto, produciendo el efecto de "bola de nieve".

Los distintos miembros de la familia comienzan a sufrir: ansiedad y/o depresión, violencia, intranquilidad, aislamiento, huida del hogar, actividades compulsivas, enfermedades etc..

La consecuencia en el tiempo es la ineficacia para resolver satisfactoria y libremente las necesidades y los objetivos personales, de pareja, y de educación.

El estrés familiar es vivido también con la familia a través de la relación con la familia extensa, es decir padres, hermanos u otros familiares y aún amigos de alguno o ambos de los cónyuges.

Especificamos mas sobre algunos de los recursos que se trabaja en Psicoterapia Integradora para revertir esta patología.
  • Alerta: en las relaciones es una condición natural que nos resguarda de caer en situaciones no deseadas y/o desfavorables. Por mas que sea el otro miembro de la familia. El hecho de no tener este alerta deviene de una malformación ingenua de descartar que aún las personas que mas quieren uno pueden dañar.

  • Cuidado propio; esto indica que cada uno tenga en claro sus características y si estas no se contradicen con lo que se espera de uno.

  • Confianza en el otro. Interjuego de la confianza de que uno es cuidado por su familia y que no obstante nadie sabe cuidarnos mejor que uno mismo.

  • Seguridad sobre quien es uno, nadie sabe mejor que se quiere, que se necesita, que se piensa, que se siente que uno mismo.

  • Poder poner límites, sabiendo los distintos grados de importancia que tienen:
    • Innegociables, ellos no tienen explicación para el otro, es por que si o por que no, esto es lo que uno quiere que sea así, es como uno es, y es necesario que así sea aceptado. Si en tal caso uno decide cambiar estas características personales es justamente decisión propia, solo y exclusivamente por el propio deseo o necesidad. De lo contrario dejamos de ser lo que somos y pasamos a ser lo que el otro quiere que seamos; pérdida de identidad que de provoca un sinnúmero de trastornos personales, en los otros miembros de la familia y en la relación en si misma.
    • Negociables, en donde el grado de negociabilidad depende de la escala de valores personal. Ceder en ellos indica poner en balanza el grado de importancia de lo que se va a cambiar y que se va a lograr con ello. Ubicando en esto la importancia que tiene para el otro y para la relación el cambio que se nos está pidiendo. Se que no es fácil los replanteos y menos en conjuntos con el otro (por que no estamos educados a ello), entrar en dudas e incertidumbres, sacando de ellas una conclusión constructiva. Se también que si se logra nos movemos justamente en un terreno mas firme en donde aquellas situaciones peligrosas e inesperadas no son el pan nuestro de cada día.

  • Diálogo verdadero, que sea de ida y vuelta, con claridad y escucha sobre las problemáticas y en especial las que tienen que ver con los recursos anteriores.
Las familias que sufren de estrés es por características individuales y del vínculo familiar . Desde los comienzos de estos síntomas es necesario acudir a profesionales competentes evitando que se cronifiquen y las enfermedades que causa.