Todo bien
Todo bien – todo ya
Algunas propuestas de tomar positivamente la vida, salir airosos de problemas, están planteadas equívocamente con tomar actitudes de resolución inmediata, eficaces, ya, pasar rápidamente a la acción asertiva, que con un espíritu de triunfo se resuelven.
Saber donde se está parado en cada problema o situación a resolver requiere de la reflexión personal sobre esa realidad y en la escucha de otras opiniones poder discernir sobre todo lo que implica la cuestión.
El apuro y la escucha pasiva de alternativas de resolución traba la posibilidad de un posicionamiento propio, con lo cual se coarta la posibilidad de una resolución adecuada, ya que resolver situaciones personales en tiempos y formas ajenas no llevan a resolver bien: son posiciones que dan -posteriormente al entusiasmo- decepción, parálisis, y encierro, es decir todo lo contrario. Y el ciclo vuelve a repetirse.
Los recursos de parar, pensar, reflexionar, sentir, interactuar activamente son capacidades que todos tenemos, ¡no dejarlos seguir durmiendo!. El compartir, coparticipar, escuchar, tomar sugerencias y consejos son posiciones fundamentales y adultas, y muy diferentes al acatamiento servil, aunque esta tenga apariencia de “pero vos haces lo que queres”.
No todo lo que se quiere se puede, no todas las crisis, dilemas y problemas se pueden resolver positivamente, no todo conlleva una oportunidad para estar mejor, cantidad de cuestiones de estas tienen un fundamental peso o carga de factores negativos y destructivos. Situaciones de estas lejos de ser elegidas o buscadas son situaciones de vida que llegan de realidades físicas, ambientales y especialmente sociales. Conocerlas y saber cómo enfrentarlas, luchar y muy activamente contra los efectos perjudícales es una cuestión, armar películas inexistentes de ellas es otra.
La expectativa de “todo bien – todo ya” trae aparejada una ilusión de omnipotencia propia y la espera de que los demás reaccionen como “deben reaccionar” tiene como consecuencias el posterior decaimiento de la valorización personal y/o el enojo y desconfianza hacia los demás.
Las actividades tendientes a la resolución de algo pueden ser más o menos acertadas, generalmente los primeros intentos no desembocan en el éxito de los objetivos; y hay que ajustar los caminos para llegar a ellos.
La tolerancia al fracaso, la predisposición a cambiar o rectificar caminos cuando no funcionan los elegidos, la creatividad constante no tienen receta, cada persona cuenta con estos recursos, es cuestión de usarlos.