Ética y Moral
La ética de Psicología Integradora
sobre el papel de la ética en la vida y en psicoterapia.
Los códigos morales existen desde la misma existencia de la sociedad humana. Todo grupo los tiene. Revela los valores buenos y malos de las acciones, lo que se puede hacer, lo que está prohibido. Se fueron construyendo a partir de las necesidades de la convivencia humana que estaban inicialmente fijadas por la sobrevivencia y la satisfacción de las necesidades humanas.
La ética nace posteriormente a partir de los distintos planteos y preguntas acerca de las normas.
Filosofía de la moral y códigos morales conforman dos niveles del sistema de valores del Sentido de Vida. Ver Gráfico.
Este se forma a partir del nacimiento conteniendo una multiplicidad de datos encadenados en el conjunto de la historia personal.
Se internalizan, primeramente por vía del Inconsciente Directo, qué comportamientos son posibles y cuáles son los prohibidos. Al llegar la comprensión de la palabra y la abstracción se refuerzan estos códigos a escala consciente. Los códigos que no son explícitos, en especial de la familia de origen, se incorporan o refuerzan como contenidos del Inconsciente Directo.
En la asistencia psicoterapéutica el sistema de valores tiene fundamental importancia.
La coherencia interna del sistema de valores del paciente aporta en forma decisiva en el estado mental.
En la ética psicoterapéutica vemos en aumento estas dos posiciones con respecto de la homónima del paciente:
- El sostenimiento de que nada está bien o mal de por sí; que todo depende de la ubicación personal.
- La postura de educar, enseñar cómo hay que vivir.
Intervenciones explícitas o no, a nivel del mejor sacerdote,
sobre lo que está bien o mal aparecen en las sesiones.
El poder llevar a que cada uno tenga el derecho de revisar y elegir sus códigos morales en el marco terapéutico constituye la dirección hacia la libertad y autonomía de la persona, sin las cuales no hay salud.
Como en todo sistema, sus partes son distinguibles y complementarias, encontrándose en niveles diferentes.
La moral da pautas para la vida cotidiana. Responde sobre qué se debe hacer, qué está bien y qué está mal de los comportamientos.
Forman parte de los códigos internos que ponen en juego pensamientos, voluntades, conductas y sentimientos ante determinados hechos diarios.
La ética es la abstracción de los códigos morales; la capacidad que los indaga, los compara, los pone en duda, los generaliza, crea los propios, los explica, reflexiona acerca de su origen y justificación. . .
Pueden haber mayores o menores contradicciones con una misma pauta moral, es una tarea constante del psicoterapeuta incentivar el despliegue de la capacidad ética y distinguirlas a partir del las incoherencias y el malestar en cualquiera de las funciones psíquicas mencionadas.
Atención flotante mediante, tenemos que percibir estas contradicciones, ya sea en una misma función o entre ellas.
Veamos ejemplos:
Los malestares pueden estar mostrando que la afectividad está percibiendo una contradicción con alguna conducta. “Preguntado” el malestar se ve que tiene relación con una defensa que hace ante un ataque, lo que lleva a registrar sentimientos de culpa por ese hecho, vemos entonces que tras la idea de “está muy bien que yo le de dos cachetadas a quien me da una” hay un código de “hay que poner las dos mejillas”. Contradicción que se tiene que resolver para uno u otro sentido ya que esto tiene que ver con la salud.
En una misma función vemos constantemente conductas contradictorias entre el decir y el hacer; estas son más fácilmente captables. Merece atención el cuándo y cómo se la pone en evidencia. No vamos a caer en la ingenuidad de suponer que siendo clara la contradicción entre discurso y acción las personas pueden llegar al nivel de aceptarlas.
Merece un diagnóstico diferencial la calidad de tales contradicciones.
Psicoterapéuticamente no es lo mismo trabajar con códigos contrapuestos que paradojales.
En la historia de las personas se da por propia naturaleza el pasaje en que se incorporan, en la niñez, los códigos morales tal cual son enseñados por medio de gestos, hábitos, costumbres y palabras, para luego llegar a la pubertad con muchas preguntas acerca de ellos que llevarán desde la adolescencia en adelante a cambiar algunos y mantener otros códigos; polaridades contradictorias ya existentes y otras nuevas serán características de muchos. En el pasaje a la adultez se aprende a dudar de los códigos morales, a discutirlos, a llegar a acuerdos sobre algunos de ellos y a desechar otros.
Las contradicciones son inherentes al ser humano, es bueno que existan en la medida que son el eje de los cambios.
Cuando ambos polos están totalmente contrapuestos, uno anula al otro, constituyen paradojas, esos dos conceptos no pueden coexistir lógicamente en una misma persona.
Parámetros contrapuestos –paradojas- de códigos morales, como de cualquier otra manifestación humana, derivan en patologías graves.
- “Las personas tienen
que elegir su destino” Vs. “Los
hijos deben quedarse al lado de padres que le dedicaron su vida”.
Nadie puede elegir su propio futuro si está atado a una deuda de por vida expresada por ejemplo como “... ¿¡te olvidas cuánto nos sacrificamos para que termines el secundario¡?". - “La mujer se debe
exclusivamente al hogar, el esposo, los hijos...” Vs. “Una mujer, en estos tiempos, debe ser una
exitosa profesional”.
Enunciamos por último algunos otros conceptos acerca del rol terapéutico en este plano.
Indagar, preguntar, hacer dudar, incentivar a la creación de los propios códigos, etc. etc.
Funciones terapéuticas como:
- Generar el conocimiento sobre cuál es realmente la moral personal.
- Posibilitar llegar a los fundamentos de sus principios éticos. Porqué es así, porqué opta por esta y no otra.
- Indagar en qué medida el sistema moral esencial del paciente son incompatibles con sus grupos de pertenencia prioritarios.
- Trabajar con las contradicciones como para que se encuentren nuevos códigos propios y atinentes.
- Fortalecer la capacidad de valorización de los demás, de poder realizar juicios morales acerca de las personas significativas, que permitan conocer quién es quién, individualizar y discernir entre la ética personal y la ajena.
- Legitimar éticas personales que no pueden ser reales en el momento. Las llamadas utopías.
- Desarrollar la creatividad, visibilizar distintos caminos.
Multiplicar las opciones para la elección del sistema de valores
personales.
Es nuestra ética de trabajo que el paciente pueda repensar, replantearse, reflexionar y elegir una ética personal, aún cuando esta sea ajena y opuesta a la del terapeuta. El respeto por las elecciones personales de los pacientes es un código moral clave. En caso que, por estas razones, sea insostenible seguir ese tratamiento es harina de otro costal.
Vamos a continuar los próximos meses con el tema de la ética sobre el trabajo con la ética en Psicología Integradora.